ESTATUTO DE "FIDELIS”
MOVIMIENTO DE HOMBRES CATOLICOS
1ra. PARTE
NUESTRA RAZON DE SER:
A las puertas del inicio del tercer milenio y ante el desafío que ello conlleva, Nuestro Señor Jesucristo ha permitido que un grupo de hombres, reunidos por iguales ideales, pretendan convertirse en fieles testigos de la verdad del Evangelio en este momento crucial de la historia.
Podemos hablar de una nueva época asociativa de los fieles laicos. En efecto, "junto al asociacionismo tradicional, ya veces desde sus mismas raíces, han germinado movimientos y asociaciones nuevas, con fisonomías y finalidades específicas. Tanta es la riqueza y versatilidad de los recursos que el Espíritu alimenta en el tejido eclesial; y tanta es la capacidad de iniciativa y la generosidad de nuestro laicado". (C. L. 29)
No queremos emanciparnos de nuestros padres, ni de la tradición, ni de las costumbres que brotan del origen común y que se han plasmado en la continuidad solidaria de las generaciones. Nos sentimos vinculados en una idéntica concepción del hombre y del mundo, que como fundamento de una cultura cristiana, hace que sea compartida y nos congregue.
Las asociaciones de laicos se presentan a menudo muy diferenciadas unas de otras en diversos aspectos, como en su configuración externa, en los caminos y métodos educativos y en los campos operativos. Sin embargo, se puede encontrar una amplia y profunda convergencia en la finalidad que las anima: la de participar responsablemente en la misión que tiene la Iglesia de llevar a todos el Evangelio de Cristo como manantial de esperanza para el hombre y de renovación para la sociedad. (C. L. 29)
Todos los miembros del Movimiento, vinculados por relación espontánea y natural, queremos responder al llamado del Señor, Él hizo crecer en la conciencia de pertenecer a una comunidad que vive el ideal de ser servidores de Cristo, en una misma atmósfera espiritual y compartiendo un destino común.
La asociación de fieles laicos por razones espirituales y apostólicas nace de diversas fuentes y responde a variadas exigencias. Expresa, efectivamente, la naturaleza social de la persona, y obedece a instancias de una más dilatada e incisiva eficacia operativa. En realidad, la incidencia "cultural", que es fuente y estímulo, pero también fruto y signo de cualquier transformación del ambiente y de la sociedad, puede realizarse no tanto con la labor de un individuo, cuanto con la de un "sujeto social', o sea de un grupo, de una comunidad, de una asociación, de un movimiento. (C.L. 29)
Todo esto implica la voluntad de superar las tendencias de hacer prevalecer los intereses propios sobre el bien común, cultivando una actitud franca y generosa de entrega y de servicio, camino a la santidad.
Más allá de estos motivos, la razón profunda que justifica y exige la asociación de los fieles laicos, es una razón eclesiológica. Como abiertamente reconoce el Concilio Vaticano II, el apostolado asociado es un "signo de la comunión y de la unidad de la Iglesia en Cristo". "Signo" que debe manifestarse en las relaciones de "comunión", tanto dentro como fuera de las diversas formas asociativas, en el contexto más amplio de la comunidad cristiana. Precisamente la razón eclesiológica indicada, explica por una parte, el "derecho" de asociación que es propio de los fieles laicos y, por otra, la necesidad de unos "criterios" de discernimiento acerca de la autenticidad eclesial de esas formas de asociarse. (C. L. 29)
Ante todo debe reconocerse la libertad de asociación de 1os fieles laicos en la Iglesia. Tal libertad es un verdadero y propio derecho que no proviene de una especie de "concesión" de la autoridad, sino que deriva del Bautismo, en cuanto sacramento que llama a todos los fieles laicos a participar activamente en la comunión y misión de la Iglesia. El Concilio es del todo claro a este respecto: "Guardada la debida relación con la autoridad eclesiástica, los laicos tienen el derecho de fundar y dirigir asociaciones y de inscribirse en aquellas fundadas". (L. G. 37)
Y el reciente Código afirma textualmente: "Los fieles tienen derecho a fundar y dirigir libremente asociaciones para fines de caridad o piedad, o para fomentar la vocación cristiana en el mundo; y también a reunirse para procurar en común esos mismos fines" (C. I. C., c. 215)
Se trata de una libertad reconocida y garantizada por la autoridad eclesiástica y que debe ser ejercida siempre y sólo en la comunión de la Iglesia. (C. L. 29)
Estos rasgos fundamentales de nuestra razón de ser, nos comprometen a actuar en nuestro tiempo y espacio, en los que "al mismo tiempo se conjuga la esperanza que tiene la Iglesia en la evangelización de la cultura que adviene y "los desafíos que se vislumbran en el horizonte cercano al año 2000".
"La cultura no tiene compartimientos estancos. Los nuevos desafíos provienen, como los actuales, del desarrollo de los adelantos tecnológicos, de los valores y disvalores que se van generando en las costumbres y que tiene su resultante sobre el hombre y todo su quehacer, desde el trabajo hasta la ética, cruzando el ámbito de lo religioso, lo educativo, lo social, lo político y todas las otras dimensiones que le son propias".
Pretendemos servir e iluminar, con la verdad que emana del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia; y en la práctica, con el comportamiento de cada uno de los integrantes del Movimiento en su vida diaria. Enfrentamos la gran tentación del eficientismo materialista que se pone como modelo del mundo contemporáneo. La tarea no es fácil, pero queremos darle sentido a los valores trascendentes que han de expresarse en el respeto de la dignidad humana, en el ejercicio de las virtudes y como verdaderos caballeros cristianos, influir eficazmente con nuestro testimonio, para que la gestación de la nueva cultura del tercer milenio sea cristiana. (L. G. 36)
Está es una obra eminentemente espiritual y moral, y ante la crisis ética que nos rodea, nos demanda que la realicemos con inteligencia y con amor.
Siguiendo a Juan Pablo II, que nos plantea una nueva propuesta en la metodología a través de la nueva evangelización, nos comprometemos en la defensa de los valores morales fundamentales que para un Fidelista son la honestidad, la austeridad, la responsabilidad por el bien común, la solidaridad y la cultura del trabajo.
Sabemos que vamos a afrontar la tarea que la postmodernidad deja, "la conciencia cada vez más fuerte del fracaso racionalista. Así, la cultura adveniente, resultado de la modernidad autodestruida, presenta varios desafíos a la evangelización entre los cuales podemos citar algunos: en el campo científico nos deja todos los problemas emergentes de la tecnología en relación al hombre. En el campo político-social, el ansia de mayor participación y el resguardo de los derechos y la igualdad de los hombres, con su exigencia de promoción social; aumenta el deseo de mayor autonomía individual ante la globalización, con el riesgo de prescindir de la dimensión social. De todos modos, la sociedad nueva que se precia de dar lugar a todos, margina a muchos individuos, por su ignorancia o su problema cuando no por razones étnicas. En el campo cultural, se repudia la razón dominadora. No existe lo bueno y lo malo; ni la verdad ni la falsedad. Aparece una clara inclinación por el pluralismo cultural, pero se degrada la concepción de la libertad, sometiendo al libertinaje, por no comprender que su ejercicio requiere adhesión a la verdad objetiva para optar desde lo profundo de la personalidad por aquello que la conciencia presente como lo más adaptado para alcanzarlo.
En el campo específicamente religioso, el agnosticismo nos lleva a la increencia acerca de la trascendencia del hombre. Por lo tanto, la existencia debe ser agotada en el presente, por cualquier medio".
"El escepticismo por la verdad nos deja sin preguntas sobre e1 destino y sin concepción auténtica de la felicidad. Somos movidos por modelos frívolos en orden al poder, a la economía y a toda relación interhumana. La exaltación de la moral autónoma nos deja sin planteo ético común, en el orden personal, en el político, y en el social. Al negarse la posibilidad de fundamentarla en el ser, nos enfrentamos al abismo".
Frente a este complejo panorama el Papa convoca a los bautizados a cumplir su misión de evangelizar, con la "esperanza de humanizar al hombre". Nos propone atender al hombre situado en su historia personal e irrepetible, con su entorno singular, con su propia inclinación al mal y el influjo del pecado social en sus decisiones libres; con su s miedos ante el progreso que ha conquistado y sus alienaciones por la falta de honestidad y racional planificación de los recursos del mundo; sin embargo, deseoso de alcanzar la verdad, aspirante a la belleza y a lo bueno, sujeto de una tendencia irresistible a la felicidad.
La novedad trascendente de la cultura que adviene, exige una nueva y ardorosa evangelización.
Por las razones dichas, el futuro panorama cultural es un espacio abierto a la trascendencia. Lo importante es comprender que su camino es la inculturación del evangelio en el ethos que se va conformando para el milenio que comienza. (Mons. E. V. Mirás "Nuestra Cultura ante el Tercer Milenio")
Allí está nuestro accionar, con métodos acordes con la época, llevando el Evangelio que es verdad y vida, al hombre, para que éste se salve. Y nuestra razón de ser, humildemente y con la gracia de Dios, es poder lograrlo.
2da. PARTE
ADVOCACION: estamos bajo la advocación de CRISTO REY y su Santa Madre la VIRGEN FIEL.
NUESTRO LEMA: representado en nuestro escudo.
"Unidos a María al pie de la Cruz, FIELES a Cristo Rey"
SIGNIFICADO DE NUESTRO ESCUDO:
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En campo de oro va asentada toda la diagramación del escudo.
En Heráldica, el campo de oro significa: SABIDURIA y SANTIDAD.
Las Cinco Rosas significan los cinco misterios del Santo Rosario.
Es la presencia de la Virgen María, Estrella de la Evangelización.
Las Cinco Rosas están ubicadas al pie de la Cruz, que es el símbolo propio de la Fidelidad de María que hasta el final fue fiel a su hijo Jesucristo.
La Cruz que termina en una corona, simboliza Cristo Rey; la realeza divina del Maestro de quienes somos sus servidores.
Todo ésto, contenido en una efe color blanco que en Heráldica significa: PUREZA. La efe blanca representa a "Fidelis", la fidelidad.
En las Cinco Rosas se da la síntesis del movimiento que nació en Rosario, cuyo fin es evangelizar siendo fieles servidores de Cristo Rey.
3ra. PARTE
Definición:
"UNION DE HOMBRES LAICOS COMPROMETIDOS CON CRISTO, AL SERVICIO DE SU IGLESIA, PARA LA EVANGELIZACION.
UNIDAD
Una tarea esencial es la de ir recuperando el sentido conceptual de las palabras, para que ellas expresen fielmente el pensamiento de la verdad.
Una de las palabras que conceptualmente se la usa en forma equivocada, es la palabra unidad. Para que la misma exista, debe apoyarse en tres bases fundamentales: en la Doctrina, en la Disciplina y la Organización.
* Unidad de Doctrina: Unidad no quiere decir uniformidad como tampoco debe confundírsela con estar juntos.
Cada uno valora y aprecia sólo algunos aspectos de la realidad, y eso hace que surjan opiniones distintas y hasta encontradas. Esa tensión de opiniones y actitudes pluriformes, más de una vez complementan e impulsan el progreso y depuran la doctrina. Pero ese pluralismo tiene sus límites, más allá de los cuales se convierte en desorden.
Cuando hablamos de Doctrina, nos referimos al conjunto de verdades reveladas por Dios para nuestra salvación, y que son propuestas por la Iglesia para ser creídas por los fieles cristianos. La voluntad misericordiosa de Dios ha tomado la iniciativa de darnos a conocer quién es Él y sus misteriosos designios salvíficos. La Revelación, preparada y prefigurada de diversos modos y a través de la enseñanza de innumerables testigos y profetas en el Antiguo Testamento, ha alcanzado su plenitud en Cristo, Palabra definitiva del Padre, en quien se ha fundado una alianza nueva y eterna con toda la humanidad por su obra redentora consumada en el sacrificio de la cruz.
La Doctrina revelada tiene su fuente en las Sagradas Escrituras y en la Tradición viva de la Iglesia, que constituyen un único depósito sagrado de la Palabra de Dios. El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado al magisterio de la Iglesia, cuya autoridad es ejercida por sus legítimos pastores en el nombre de Jesucristo. (DV 12). Por eso, es la Iglesia el lugar de la verdad revelada y solo ella enseña sin error cuanto atañe a la fe, las costumbres y quien apli.ca la doctrina de Cristo a las diversas circunstancias por las que atraviesa la vida del hombre sobre la tierra.
Nuestra fidelidad a la única y verdadera Iglesia de Cristo nos exige vivir en comunión con la enseñanza que ella nos propone. La unidad no debe admitir como actitud legítima eclesial, nada que esté situado al margen o enfrente de la Cátedra de Pedro, y nuestro idioma es y será único y universal: lo que el Magisterio enseñe.
Esta concepción de la unidad en la doctrina hace a la mística propia de nuestro movimiento: "Fiel a dicho depósito, el pueblo cristiano entero, unido a sus pastores, persevera siempre en la doctrina apostólica y en la unión, en la Eucaristía y la oración, y así se realiza una maravillosa concordia de pastores y fieles en conservar, practicar y profesar la fe recibida". (DV 10)
* Unidad de disciplina: La Unidad de Doctrina esta correlacionada con la Unidad de Disciplina, no entendiéndose por tal la obsecuencia sino la obediencia.
Dice Pablo VI (25-08-63; 25-06-64; 08-12-68) "La obediencia, antes de ser reverencia puramente formal y jurídica a las leyes eclesiásticas y sumisión a la autoridad eclesiástica, es penetración y aceptación del Misterio de Cristo, quien por medio de la obediencia nos ha salvado; es continuación e imitación de su actitud fundamental: El SI a la voluntad del Padre, es comprensión del principio que domina todo el Plan de la Encarnación y de la Redención; así la obediencia se convierte en asimilación de Cristo. el Divino Obediente; llega a ser norma fundamental de nuestra pedagogía de formación cristiana, coeficiente indispensable de la unidad interior de la Iglesia; fuente y signo de su paz; llega a ser cooperación efectiva para su misión evangelizadora; ejercicio ascético de humildad y de caridad; se convierte en comunión con Cristo y con quien para nosotros es representante y apóstol de Cristo.
Le cuesta entender esta realidad al mundo moderno, que sólo habla y oye hablar de libertad e independencia. Pero sin dudas, afirmamos que sin plena obediencia no se puede hablar de unidad ni entender la Mística del Movimiento.
La obediencia está en una verticalidad de autoridad que comenzando por la Cabeza Visible de la Iglesia y Vicario de Cristo, el Papa, continúa con los Obispos, Párrocos, Asesores, Dirigentes.
En la conjunción de la disciplina y la obediencia está la autoridad que la ordena, autoridad que debe evidenciar constantemente su condición de servicio para ser tal y que traiciona su misión cuando no está para servir a todos, porque como dice San Marcos (20; 20-28 ) "El que quiere ser primero entre vosotros, que sea el siervo de todos, pues el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida, para la redención de muchos".
* Unidad de organización: Esa Unidad de Doctrina y de Disciplina se tiene que realizar en una Unidad de Organización.
Esta Unidad de Organización, nuestro Movimiento la encuentra en su Estatuto y Reglamento, debidamente aprobado por la Iglesia, convirtiéndose en el primordial y esencial elemento organizativo.
Por tal motivo sus miembros deberán cumplirlo en todo su espíritu, con el mayor respeto y esmero, ya que en él se encuentra la identidad misma del Movimiento.
Pero si bien es cierto que en estos Estatutos y Reglamentos está la estructura organizativa, también la organización se hace presente en toda la actividad a desarrollarse dentro de ella, ya sea a nivel arquidiocesano, parroquial o de delegación.
Toda nuestra actividad formativa y misión pastoral, no debe ser producto de la improvisación, sino una previa, pensada, meditada y organizada acción.
No nos cansaremos nunca de insistir que el hombre del Movimiento sabe, que la mística del mismo, es la toma de conciencia de que sin organización no hay orden, sin orden no hay estrategia, sin estrategia no hay planes, sin planes no hay acción evangelizadora, sin acción evangelizadora no tenemos razón de nuestra existencia.
HOMBRES
Sostenemos que toda la identidad humana es sexuada y que el ser varón o mujer incide en nuestra manera de razonar, valorar y de comunicarnos.
El debate de fondo está en la cuestión de los límites entre la naturaleza y la cultura. En este sentido, la antropología cristiana está igualmente alejada de los determinismos biológicos como de los relativismos culturales.
Juan Pablo II reafirma (Mullieris dignitatem) por un lado, la naturaleza no sólo biológica sino también ontológica de la diversidad entre varón y mujer: "... el ser humano, desde el principio, es creado como “varón y mujer” (Gn. I, 27) ... Femineidad y masculinidad son entre sí complementarias, no sólo desde el punto físico y psíquico, sino ontológico. Sólo gracias a la dualidad de lo masculino y lo femenino, lo humano se desarrolla plenamente". La mujer y el varón, son talentos distintos que deben complementarse y ser don recíproco no sólo de lo natural sino culturalmente.
Cuando decimos hombre, nos estamos refiriendo a hombres solteros, casados y/o viudos sexualmente normales, no legitimando la pertenencia a nuestro Movimiento de aquellos que tengan ilegítimas preferencias sexuales y/o que lleven una vida personal pública y privada no conforme a lo preceptuado por la Iglesia y estos estatutos.
LAICOS
Fidelis, Movimiento de Hombres Católicos, es un movimiento de Iglesia, de laicos, para laicos, que han tomado conocimiento claro y aceptación plena de su vocación al apostolado. Precisamente, el reconocimiento de esta vocación y la aceptación del llamado a dar testimonio de vida y de palabra, es lo que constituye la más clara condición de su identidad. A fin de procurar el advenimiento del Reino de Dios, se comprometen en la transmisión del mensaje divino de salvación para que sea conocido y aceptado por los hombres.
* Los laicos han tomado conciencia de su irremplazable función en la Iglesia y se han comprometido en ella con generosidad. Su participación activa en la misión de la Iglesia, no responde, a la mayor escasez de sacerdotes; aunque a veces extraordinariamente realice oficios más propios del ministerio eclesiástico (L.G. 33).
** El laico tiene en la Iglesia su función propia y específica. Su tarea no es suplir al sacerdote sino realizar la Iglesia en su estilo “secular”.
Se incorpora a Cristo por el bautismo, que lo hace miembro del único pueblo de Dios, sacerdotal, profético y real. Vive su existencia en el mundo y allí ejerce, a su modo, la misión única de la Iglesia. (C.L. 10).
*** Esto le impone ciertas exigencias y límites. Lo específico del laico es su carácter “secular” (L.G. 31).
Por el llamado divino, el laico debe vivir en el mundo “a manera de fermento” en el orden temporal, y tender allí a la plenitud de su vida en la santidad y realizar su tarea apostólica (A.A. 7).
Debemos entender por “temporal” el escenario cotidiano de la historia del hombre. Su limite, es que no es un hombre más, sino que constituye una presencia de Iglesia. Debe tener conciencia clara de que cualquier acción suya compromete, en cierto modo, el rostro de la Iglesia; por ello, debe asumirla en perfecta comunión eclesial.
**** Otra característica del laico es que debe “vivir en comunión” perteneciendo al pueblo de Dios. Por ello, no puede obrar solo como si no dependiera de nadie y no tuviera relación con sus hermanos. Vemos que, por un lado, la pertenencia a la Iglesia lo respalda y fortalece y, por otro lado, lo limita y compromete. En esta línea de comunión es donde el 1aico debe buscar el diálogo con los pastores y la necesaria aceptación de los principios doctrinales. (C.L. 12).
***** El laico es laico porque ha sido sacramentalmente configurado con Cristo, hecho partícipe del sacerdocio real y profético. (C.L. 14). Participa del sacerdocio de Cristo ya que “consagra a Dios el mundo mismo” (L.G. 34), sin quitar por eso a las cosas temporales su carácter de "profano", ni disminuir su autonomía y valor positivo.
En su vida normal y cotidiana ofrece el culto espiritual mediante la oblación de sí mismo, como víctima viva, santa y agradable a Dios. (Rom.12,1).
****** El laico también es profeta, recibe carismas del Espíritu Santo, que lo capacitan para ser heraldo y testigo de Cristo, por la vida y por la palabra. (C.L. 12).
Tiene derecho y obligación de hablar dentro de la comunidad eclesial y en el mundo.
******* El laico es rey. Participa del señorío de Cristo sobre las cosas y está llamado a someter la tierra (Gen. 1,28) y a completar la creación. Insertado en el mundo de las cosas temporales, debe conocer la naturaleza íntima de las creaturas, empeñar su competencia y actividad histórica para "elevarla desde dentro por la gracia de Cristo" y esforzarse por "sanear las estructuras y los ambientes del mundo" (L.G. 36).
******** Hecho un hombre libre en Cristo, se siente comprometido a llevar a todos los hombres a su libertad perfecta, atendiendo las exigencias concretas de su momento histórico presente. El compromiso laical está marcado "por un signo de liberación", de humanización y desarrollo; (Med.l0/9). Pero, la liberación tiene que darse primero en el interior del laico: "todo el que peca, es esclavo del pecado" (Jn.8,34). La libertad se consigue por el sometimiento pleno a la verdad, que nos hace libres. Sólo una perfecta fidelidad a la Palabra consigue hacernos señores de las cosas.
********* Este señorío del laico sobre las cosas, reviste estas tres características esenciales: es fundamentalmente un servicio (Mt.20,25-28), supone siempre una obediencia de cruz (Fp.2,5-11), no es absoluto, sino orientado a Cristo el Señor (I Cor.3,22-23).
La creación entera se somete al laico, pero el laico a Cristo, como Cristo a Dios.
COMPROMETIDOS
El compromiso es la mejor respuesta al llamado que Cristo nos formula.
Ese llamado va dirigido siempre a "tal hombre”, por lo tanto es un llamado personal.
El Creador es perfecto, con la máxima perfección, y todo cuanto Él ha creado, ha querido revestirlo de esa misma perfección.
Por eso, la vocación es el llamado al hombre para la plena realización de su persona, para que realice en sí la perfección del Creador.
Este deseo de Dios infinito, tropieza con la limitación propia del ser humano que desea asumir la vocación.
Entonces Dios para asemejarlo a Él, pone en juego toda su pericia de DIVINO MAESTRO y lo dota y lo enriquece de cualidades, de bienes, de valores, que lo ayudan a crecer y a madurar para desempeñarse eficazmente en la vocación que Él le ha dado.
Maravillosa acción del Señor; nos crea, nos elige, nos llama y ahora nos enriquece de bienes para que logremos la plenitud de nuestro ser.
Esto supone un compromiso de fidelidad y servicio que debe llevarnos a una seria reflexión, para responder con eficacia a dicho compromiso, lo cual supone una profunda fe, llena de amor a Dios, a Cristo, a su Iglesia y al Movimiento.
CON CRISTO
Este compromiso es con Dios en la persona de Cristo y solamente con Él y la Santa Madre Iglesia.
Todo lo que hagamos, lo hacemos a través de Él y para Él.
Si realmente amamos a Cristo nos sentiremos instrumentos en sus manos, obrando sin temor, seremos audaces y capaces de llevar nuestra misión.
SERVICIO DE SU IGLESIA
Como quedó expresado, estamos al servicio de Cristo y la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Nuestra vocación de servicio debe ser totalmente desinteresada y jamás usar al Movimiento para servirnos de él, de Cristo o de la Iglesia.
EVANGELIZACION
Nuestro único fin es la Evangelización. Suenan en nuestra mente y corazón las palabras de Pablo: "Ay de mí si no evangelizare". Por eso, es indispensable que vivamos siempre en comunión con Dios y dejemos poseernos por Él, para poder ser fermento de Dios en el mundo y convertirnos en verdaderos servidores de Cristo (Rom. 1,l ).
Debemos ser "Luz del Mundo" (Mt.5, 14) pero para que luz brille debe estar penetrada por Cristo que es la única "luz verdadera que ilumina a todo hombre" (Jn.l,9).
Debemos ser verdaderamente "el hombre nuevo", capacitado para expresar en la totalidad de su vida y de sus gestos "la novedad" definitiva de la Pascua. Solo así podremos ayudar a nuestros hermanos a crear una "sociedad nueva" y a preparar en la historia "los cielos nuevos y la tierra nueva".
Hoy se exige del cristiano una perfecta fidelidad a los hombres. Pero ello sólo es posible desde una absoluta fidelidad a la Palabra y al Espíritu.
No hay más que una misión en la Iglesia: salvar integralmente al mundo.
No hay más que una vocación definitiva: la santidad en la plenitud del amor.
No hay más que un camino: entregarse del todo y sin reservas.
No hay más que una esperanza que nos tranquiliza a todos y asegura nuestra fidelidad: “Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser – espíritu, alma y cuerpo - hasta la venida de N. S. Jesucristo. El que los llama, es fiel y él lo hará” (I.Tes.5, 23-24).
4ta. PARTE
FINES y OBJETIVOS:
Art. 1: A través de una profunda vida de piedad de sus socios se persigue en forma preferencial:
Art. 2: Una intensa formación, religiosa, cultural y social acorde con los tiempos presentes y que responda a la naturaleza y fines del Movimiento, para que con la insustituible gracia del Espíritu Santo seamos testigos del que es “Camino, Verdad y Vida”
Art. 3: Total y desinteresada disponibilidad.
Art. 4: Para la acción evangelizadora:
1 - En la cultura - el tercer milenio nos va presentando una cultura con una moral que ella misma genera. Nuestro accionar es para que esa cultura sea cristiana.
2 - En medios de comunicación social,
3 - En el medio ambiente, con particular énfasis, en los tiempos litúrgicos de Navidad, Semana Santa y Pascua de Resurrección.
4 - Acción misionera.
5 - Colaboración inmediata con la Jerarquía (Obispo – Párroco - Asesor - Sacerdotes)
6 - Participación efectiva en toda la actividad diocesana y/o parroquial.
Art. 5: Propagar y colaborar en la festividad de Nuestra Sra. del Rosario, haciendo de ella una verdadera fiesta católica de la ciudad y de la Arquidiócesis.
Art. 6: Reunir a todos los que en algún momento de su vida han actuado activamente en los cuadros evangelizadores de la Iglesia, usando como medio la intercomunicación ya sea, por correo y/o en forma personal.
Art. 7: Es un Movimiento de la Iglesia en el más estricto sentido de la palabra (Canon 215-216-223-225).
Art. 8: Si bien perseguimos la santificación de los hombres y la formación de sus conciencias, en orden a impregnar del espíritu cristiano la cultura, las distintas comunidades y los distintos ambientes, como Movimiento, no nos compete trabajar directamente en el campo político, económico y social.
No obstante ello, debemos estar atentos a las realidades temporales y hacer escuchar nuestra voz en defensa de los principios que sustentamos.
Art. 9: Para animar cristianamente el orden temporal – en el sentido señalado de servir a la persona y a la sociedad – los miembros del Movimiento de ningún modo pueden abdicar de la participación en la "política"; es decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común. (C.L.42).
En el ejercicio del poder político es fundamental aquel espíritu de servicio, que, unido a la necesaria competencia y eficiencia, es el único capaz de hacer “transparente” o "limpia" la actividad de los hombres políticos, como además, la gente exige justamente.
Esto urge la lucha abierta y la decidida superación de algunas tentaciones, como el recurso a la deslealtad y a la mentira, el despilfarro de la hacienda pública para que redunde en provecho de unos pocos y con intención de crear una masa de gente dependiente, el uso de medios equívocos o ilícitos para conquistar, mantener y aumentar el poder a cualquier precio.
Los militantes que trabajan en la política, han de respetar, la autonomía de las realidades terrenas, rectamente entendida.
Tal como leemos en la Constitución Gaudium et Spes, es de suma importancia, sobre todo donde existe una sociedad pluralista, tener un recto concepto de las relaciones entre la comunidad política y 1a Iglesia y distinguir netamente entre la acción que el Fidelista, aislada o asociadamente, lleva a cabo a título personal, como ciudadano de acuerdo con su conciencia cristiana, y la acción que realiza, en nombre de la Iglesia y del Movimiento, en comunión con sus pastores. La Iglesia, que por razón de su misión y de su competencia no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno, es a la vez signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana. (C.L. 42).
Art. 10: Como laicos que somos, debemos empeñarnos en la formación de dirigentes, a fin de que bajo su propia responsabilidad, impregnen de espíritu evangélico, las actividades políticas, económicas, sociales y culturales en los distintos ambientes.
Art. 11: Los programas de formación se adecuarán al espíritu expresado en este Estatuto y será determinado por la Comisión Central en cuanto se refiere a su contenido y alcance.
5ta. PARTE
PERTENENCIA
Art. 12: Pertenecen a "Fidelis" Movimiento de Hombres aquellos que hayan aceptado los fines y objetivos descriptos precedentemente. Esta integración es personal y se realiza de acuerdo a lo establecido en este Estatuto.
Art. 13: Se incorpora al Movimiento a través de la ceremonia expresa establecida llamada "MISA DEL COMPROMISO" en donde el Fidelista públicamente y ante toda la comunidad asume el compromiso de pertenecer a "Fidelis" Movimiento de Hombres Católicos.
Art. 14: Para incorporarse al Movimiento debe el candidato haber realizado un período mínimo de un año de prueba, y una vez decidido, realizar los cursos de formación preestablecidos para tal evento, como así también un retiro espiritual.
Art. 15: Para ser admitido como socio provisorio se requiere:
a) Ser católico práctico, frecuentar los sacramentos y dar testimonio de vida cristiana;
b) Ser soltero, casado o viudo;
c) Manifestar en forma expresa su voluntad de pertenecer al Movimiento;
d) Haber sido aceptado por la Comisión Central;
e) No estar inscripto en asociaciones cuyos programas o tendencias no estén conforme a la Doctrina y al Magisterio de la Iglesia, ni hacer manifestaciones públicas ni privadas a favor de tales circunstancias.
Art. 16: El socio tiene obligación al mantenimiento del Movimiento debiendo por tal motivo abonar una cuota que será establecida por la Comisión Central.
6ta. PARTE
ESTRUCTURA y FUNCIONAMIENTO
Art. 17: Pata lograr su fin y cumplir sus objetivos, el Movimiento se estructura a través de distintos organismos que lo integran actuando siempre con profundo sentido de unidad.
Art. 18: Son organismos directivos de "Fidelis" Movimiento de Hombres Católicos a nivel Diocesano:
1) La Comisión Central:
2) La Asamblea Diocesana;
3) La Asamblea Anual;
4) El Cenáculo;
Art. 19: La Comisión Central, es la autoridad máxima del Movimiento y es la que representa al mismo, a la vez que es la conductora, coordinando y supervisando la tarea que se realiza tanto a nivel Diocesano como así también a nivel de las Delegaciones. También supervisa, el cumplimiento de los objetivos generales institucionales. Está al servicio del señor Arzobispo Arquidiocesano. Tiene su Sede Central Provisoria en calle La Paz 471 de Rosario.
Está integrada por la Mesa Directiva y los Responsables de las Subcomisiones, que asistirán a las reuniones, para informar, con voz pero sin derecho a voto.
La Mesa Directiva: está formada por:
Un Presidente,
Un Vice Presidente Primero,
Un Vice Presidente Segundo,
Un Secretario,
Un Secretario de Actas,
U n Tesorero,
Un Protesorero,
Cuatro Directores,
Un Asesor,
Un Vice Asesor,
Las subcomisiones se nombran de acuerdo a las necesidades que las diferentes acciones a desarrollar lo exijan y estarán formadas por un Responsable y los miembros necesarios.
Art. 20: Los miembros de la Comisión Central son nombrados del siguiente modo: El Presidente y los dos Vicepresidentes, por el Señor Arzobispo. El resto de los miembros son elegidos en la Asamblea Diocesana. Todos miembros titulares, con derecho a voz y voto, duran cuatro años funciones, pudiendo ser reelectos en el mismo cargo por una única vez en forma continuada. Todos los cargos serán personales, gratuitos e indelegables.
Art. 21: En caso de renuncia, incapacidad o muerte de alguno de sus miembros, se designará un reemplazante hasta tanto completar el período, en tal supuesto, se empleará idéntico sistema al establecido para la designación en cada caso conforme a lo establecido en el art. 22.
Art. 22: En caso de ausencia, licencia o muerte del Presidente de la Comisión Central, su puesto será ocupado por el Vicepresidente Primero y en su defecto por el Vicepresidente Segundo, hasta terminarla imposibilidad si la misma fuera temporaria, o hasta completar el período si fuera definitivo.
Art. 23: La Comisión Central se reunirá ordinariamente cada quince días, convocada por su Presidente, y extraordinariamente cuando su Presidente lo considere oportuno, o lo solicitare por escrito el Asesor o un tercio de los miembros titulares.
Art. 24: La Comisión Central se reúne con un quórum de dos tercios de sus miembros titulares; delibera sobre los puntos incluidos en el orden el día y decide por simple mayoría de los presentes. Cada uno de los miembros de la Comisión Central, podrá hacer incluir en el orden del día los puntos que estime conveniente, mediante su presentación por escrito con una antelación mínima de tres días a la fecha de la convocatoria.
Art. 25: El Presidente de la Comisión Central inviste la representación de "Fidelis" Movimiento de Hombres Católicos. Prepara el orden del día de las reuniones las que convoca y dirige, teniendo doble voto en caso empate.
Mantendrá estrecho y constante contacto con el Asesor. Coordina el funcionamiento interno de la Comisión Central, asegurando el cumplimiento y ejecución de lo resuelto, función que compartirá con la Mesa Directiva.
Art. 26: ASESORIA: a) El Asesor es nombrado por el Señor Arzobispo. Quien a su vez lo representa. Tendrá derecho a voz en las reuniones y facultad de vetar las resoluciones tomadas que no se ajustan a la Doctrina Católica, a la moral o a la disciplina eclesiástica. Su aporte específico está referido a la espiritualidad del Movimiento y a la formación integral de sus socios. b) El Vice Asesor es nombrado por el Señor Arzobispo y tendrá las mismas facultades del Asesor, actuando en reemplazo de este y/o colaboración directa, cuando así el Asesor se lo solicite y bajo la dirección de este. c) Ambos duraran en su cargo por un periodo de cuatro años, pudiendo ser reelectos indefinidamente.
Art. 27: La Comisión Central podrá nombrar Subcomisiones necesarias para el mejor desenvolvimiento de su misión. Estos actuarán en calidad de informantes de la Comisión Central, la que será responsable de la labor que desarrollen los mismos. Un miembro titular de la Comisión Central y/o un socio que haya asumido el Compromiso podrá ser responsable de cada una de las Subcomisiones que se constituyan. Para este último supuesto el nombramiento lo hará la Mesa Directiva.
Art. 28: LA ASAMBLEA DIOCESANA se integra con los miembros de: La Comisión Central y los miembros de las Delegaciones Parroquiales y Delegaciones. Para participar en la Asamblea es imprescindible tener la cuota social al día. Será convocada por la Comisión Central y presidida por el Presidente de la misma, que tendrá doble voto en caso de empate. Sus resoluciones se tomarán por simple mayoría. El Asesor de la Comisión Central tiene derecho de veto en los casos señalados en el art. 26. Se reúne cada cuatro años para considerar la memoria y balance del período, que presente la Comisión Central, y para renovar las autoridades. A su vez formulan las líneas de acción, en base a las prioridades y/o objetivos del Movimiento, y/o los objetivos pastorales determinados por el Señor Arzobispo.
Art. 29: LA ASAMBLEA ANUAL está integrada y tiene 1os mismos objetivos establecidos en el Art. 28 de este Estatuto con la única salvedad que no se realiza acto eleccionario.
Art. 30: EL CENÁCULO se integrará por los miembros de 1a Comisión Central y los Delegados de las Delegaciones y de las Delegaciones Parroquiales. Será convocada por la Comisión Central y presidida por el Presidente de la misma quien tendrá doble voto en caso de empate. Sus resoluciones se tornarán por simple mayoria. El Asesor tiene derecho de veto en los casos señalados en el Art. 26.
Art. 31: El Cenáculo será convocado cuando así lo considere oportuno y necesario la Comisión Central y/o a pedido del Asesor, pero deberán reunirse por lo menos una vez al año. En la convocatoria se establecerá el orden del día y si algún Delegado pretende el tratamiento de otro tema deberá presentarlo con una antelación a la fecha de convocatoria no menor de treinta días, a la Comisión Central la que decidirá su inclusión en el temario. En la misma se formularán las líneas de acción y/o las prioridades para la realización de misiones y/o cualquier otra actividad apostólica, que sea abarcativa de todos los miembros del Movimiento.
Art. 32: La Delegación es una comunidad evangelizadora, cuya integración ideal es la de contar con diez (10) hombres, que se reúnen en un lugar que ellos mismos determinan bajo la advocación de un santo. La encabeza un Delegado elegido por el Asesor a propuesta del Presidente.
Tienen como Asesor el mismo de la Comisión Central. El Delegado debe ser un socio que haya asumido el Compromiso.
Art. 33: La Delegación Parroquial forma parte de la comunidad parroquial. y está al servicio del Señor Cura Párroco. Tiene una Mesa Directiva que está presidida por un Delegado al que lo acompaña un Subdelegado Primero y un Subdelegado Segundo (elegidos por Cura Párroco), un Secretario, un Tesorero, cuatro Directores, que son elegidos por los socios, y un Asesor nombrado por el Párroco, todo realizado en una reunión convocada a tal efecto, en la misma Parroquia y con la presencia de algún directivo de orden diocesano a dichas designaciones tengan validez institucional. El Delegado y lo demás dirigentes que sean designados deberán ser socios que hayan a Compromiso.
Art. 34: Tendrán personería jurídica y titularidad de los bienes del Movimiento, la Comisión Central. Dicha representación será ejercida por el Presidente, o quien haga las veces en este caso, con todas las facultades legales, pudiendo otorgar los mandatos y poderes que considere necesario, nombrar personal administrativo y/o técnico, adquirir bienes inmuebles por compra, permuta, donación, legado y cualquier otra forma admitida por las leyes y tomar prestado con o sin garantías reales. Podrá así mismo vender, hipotecar, gravar y arrendar bienes. En todos los casos necesitará la conformidad de la Comisión Central y en los casos de venta y/o permuta de bienes inmuebles o de que se graven con derecho real de hipoteca, o de contraer obligaciones será indispensable la consulta al Arzobispo, conforme a lo establecido en el Derecho Canónico.
Art. 35: La Comisión Central y cada una de las Delegaciones es totalmente independiente en lo que hace a su gestión patrimonial, administrativa, laboral, siendo por tanto cada una exclusivamente responsable en cuanto a las obligaciones que en tales aspectos contraiga. En ellas no tendrán ninguna responsabilidad los otros organismos superiores e inferiores aún en lo que hace a las disposiciones de las leyes de Contrato de Trabajo, no pudiendo entenderse que existe ni la contratación por terceros ni cesión total o parcial del establecimiento o explotación ni que se encuentra bajo la dirección, control o administración de organismos superiores, la que no existe en el caso conforme a lo establecido en el presente estatuto.
Art. 36: En caso de disolución de "Fidelis" Movimiento de Hombres Católicos, los bienes de la Comisión Central y de las Delegaciones ser propiedad del Obispado, cualquiera sea la ubicación de los mismos. De los que fueren titular la Comisión Central y la Delegación pasarán a ser propiedad del Obispado y de las que fueran titular la Delegación Parroquial pasarán a ser propiedad de la Parroquia en donde actuaba.
Art. 37: La disolución de "Fidelis" Movimiento de Hombres Católicos, salvo en los casos previstos por disposiciones de orden público, sólo podrá ser establecida por resolución del Señor Arzobispo.
Art. 38: El presente estatuto será modificable por resolución de la Asamblea Diocesana, previa aprobación por el Arzobispo.
Art. 39: La interpretación del presente Estatuto, así como la definitiva en casos no previstos por ellos es de competencia exclusiva de 1a Comisión Central con conformidad del Arzobispo.