A lo largo de todos los tiempos, se ha conculcado la dignidad del hombre, a veces en forma individua, como el crimen de Caín, y otras en las que se establece una acción sistemática de destrucción masiva, como ha sido el genocidio nazi, comunista, o las modernas guerras preventivas a la manera de Irak. Sin duda, que todas estas violaciones a la vida, tienen su origen, en el desprecio de la misma, causada en el pecado, principal debilidad que anida en el corazón del hombre. Sólo restaurando esta herida con la gracia de la Redención la persona recupera su dignidad primera, creada a imagen y semejanza de Dios. Las adicciones, alcohol y droga, como destructores de la personalidad y la dignidad humana La persona que ha perdido el rumbo de su vida, por haber renegado de su condición espiritual, se halla ante un profundo vacío existencia!, que vanamente intenta llenar con momentos efímeros de placer, que se encuentran lejos de una auténtica felicidad. Ante esto, busca en diferentes adicciones acallar esa conciencia que le reclama un auténtico sentido de la vida; por ello el Papa Juan Pablo II nos escribe en Centeámus Annus, no 36: «Un ejemplo llamativo de consumismo, contrarío a la salud y a la dignidad del hombre y que ciertamente no es fe de controlar, es el dé la droga. Su difusión es índice de una grave disfunción del sistema social, que supone una visión materialista y, en cierto sentido, destructiva de las necesidades humanas. La droga, así como la pornografía y otras formas de consumismo, al explotar la fragilidad de los débiles, pretenden llenar el vado espiritual que se ha venido a crear. Los medios masivos de comunicación y lo manipulación del ser humano El hombre, ser inteligente, está llamado a la búsqueda de la verdad, su racionalidad puede alcanzarla, no sólo en sus accidentes, sino en su propio ser. Sin embargo en un desprecio de la razón en esta posmodernidad, nos sumergen en un relativismo gnoseológico, donde todo se reduce a lo "opinable", al "consenso', no en torno a la verdad, sino a lo conveniente. Los medios masivos de comunicación se han convertido en agentes de esta destrucción de la verdad, auténticos propaladores de la 'mentira' y de lo 'opinable', que junto a un consumismo informático, favorecen la masificación y la manipulación, haciendo realidad lo enunciado por Antonio Gramsci, es necesario cambiar 'las ideas del mundo' para 'cambiar al mundo', en términos revolucionarios.